Salmos
Desde el nacer ya te podía ver,
Mis manos pequeñas tocaban tu rostro y tú te deleitabas,
Formaste cada parte de mi ser con precisión y exactitud,
Que buen arquitecto y escultor eres señor,
Con tu mano me limpiaste,
De tu sangre derramaste y pude ver.
Mis ojos tenían una venda, tú la quitaste,
Mis pies eran como los tuyos,
Mi corazón amaba tu corazón,
Mi mal juicio, varió tu propósito,
Mas quiero agradarte, quiero ser tú,
Bendito seas JESÚS, Bendito seas señor,
El padre que siempre soñé, lo encontré,
Padre que siempre estuvo ahí, me llena de su amor,
Nada más dulce que tus besos he podido probar,
Ni un chocolate te llega a alcanzar,
Más amor no pude sentir, contigo si quiero vivir,
Amenazan con matarme,
Mas a la muerte no tengo temor porque de tu mano yo voy.
Alabo tu nombre una vez más, se que en ti puedo confiar,
Abba Padre.
Marjel Ayin Espinoza Ortiz